septiembre 20, 2021

Proust y las Neurociencias

En la última reunión del grupo de Coaches hablamos del tema de la fenomelogía de Husserl (1859 -1938) Rafael Echeverría desarrolla en su libro Columnas Ontológicas, allí menciona a Marcel Proust, como el escritor fenomenológico por excelencia, porque en su obra “En busca del tiempo perdido” hace una descripción de las experiencias exhaustiva, detallada en extremo.

Es interesante observar lo que pensaba Proust de su trabajo y de la realidad “la literatura que se contente con describir cosas-escribió-, con darles solamente un miserable extracto de líneas y superficies, está en realidad, aunque se llame realista, sumamente alejada de la realidad”.

¿Cuál es el significado de esta frase de Proust? Veamos su párrafo sobre los recuerdos del té y la famosa madalena a ver que nos sugiere.

Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía de se de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí.”

Jonah Lehrer un neurocientífico que escribió un libro muy interesante “Proust y las neurociencias” nos dice que esta es la esencia del arte de Proust, no sólo describe la realidad, sino que explora en sí mismo y que sensaciones le produjo esa experiencia, y como dice Lehrer el bollito es una mera excusa para abordar su tema favorito: la exploración de sí mismo. Es seguramente por eso que me gusta leer a Proust.

Este como otros grandes autores (Sandor Marai, Kenichi Ohmae, entre otros) a mí me suenan ontológicos, porque se preguntan por el carácter de la realidad y por la interpretación que de esa realidad hacen sus protagonistas, diría Alicia Pizarro ¿No es esto interesante? Y yo digo, ¿no es esto Ontología como lo define Rafael Echeverría?

Todavía la teoría de la memoria de Proust va más lejos cuando nos dice “Es una tarea vana intentar volver a atrapar los recuerdos: los esfuerzos de nuestro intelecto resultaran fútiles…”

Esto lo denomina Lehrer “La mentira del ayer” de que se trata este tema tan sugestivo, todo se trata de tiempo y memoria. Proust era consciente de que en momento mismo en que terminamos de comer el bolillo dejando atrás un recuerdo de migas o un platillo de porcelana, empezamos a deformar su recuerdo para que se adecue a nuestra narrativa personal. Forzamos los hechos en favor de nuestro relato pues nuestra inteligencia reelabora la experiencia.

Aquí hay dos factores a considerar: uno la fenomenología que se basa en hacer un relato de una experiencia es al menos sospechosa, y el otro es la pregunta ¿confirma la neurociencia este supuesto operar del ser humano?.

Y la neurociencia ha confirmado la ficcionalidad de la memoria, un recuerdo es sólo tan real como la última vez que lo recordamos.

El experimento realizado por Nader, LeDoux y Shafe de la Universidad de Nueva York con ratas lo probó contundentemente cuando el grupo de científicos impidieron a las ratas recordar su recuerdo amedrentador, también desapareció el rastro del recuerdo original. Tras una única interrupción del proceso recordatorio, su miedo quedó borrado. Y consecuentemente, cuanto más recordamos, algo menos preciso se vuelve el recuerdo original.

Este experimento de Nader, pese a lo sencillo que parece, ha obligado a la ciencia a reformular por completo sus teorías acerca del acto de recordar al describir la memoria como un proceso incesante y no como un depósito de información inerte.

Proust se adelantó con presciencia al descubrimiento de la reconsolidación de la memoria, la ironía de la nostalgia proustiana es: recordar las cosas como si hubieran sido mucho mejor de lo que realmente fueron. Nuestros recuerdos no son como ficción, son ficción.

Como advierte al final de “Por el camino de Swann” “Los robles añosos me ayudaban a comprender la contradicción que hay que buscar en la realidad los cuadros de la memoria…El recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las cosas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años”

Los recuerdos no representan la realidad, antes bien son copias imperfectas de lo que sucedió realmente, una Xerox de una Xerox, de un mimeógrafo de la foto original.

Esta teoría fue confirmada (por el momento) por las investigaciones de Kausik Si y Eric Kandel.

Por: Silvio Pla

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